Hoy en día las utilizamos diariamente para que funcionen nuestros relojes, cámaras de fotos, juguetes de los niños, linternas, mandos a distancia o teléfonos móviles, pero ¿qué ocurre cuando una pila se termina? Nos las encontramos tiradas por la calle o incluso en la playa.
Una pequeña pila de mercurio puede contaminar hasta 600.000 litros de agua, lo que equivale al consumo de una familia de cuatro personas durante toda su vida.
Las campañas de reciclado han insistido en la necesidad de llevar las pilas agotadas a puntos de recogida específicos y en la importancia de no tirarlas nunca a la basura. No son residuos orgánicos, sino que contienen metales contaminantes, como mercurio, cadmio, litio o plomo. Son metales dañinos para la salud y el medio ambiente, que se liberan a la atmósfera si las pilas se queman en un vertedero. Los seres vivos los podemos respirar y cuando llueve, se acumulan en la tierra y en el agua. Así, pueden llegar a la cadena alimentaria cuando el ser humano ingiere alimentos contaminados.
Un ejemplo de todo esto lo encontramos en la pila de mercurio. Una sola puede contaminar hasta 600.000 litros de agua, lo que equivale al consumo de una familia de cuatro personas durante toda su vida.
En el mercado nos encontramos con tres tipos de pilas:
- De botón: son las más pequeñas y las más contaminantes por la cantidad de mercurio que contienen.
- Cilíndricas o rectangulares: contienen menos elementos nocivos pero se producen y comercializan en mayores cantidades que las de botón.
- Baterías de los móviles: se pueden recargar y contienen fundamentalmente níquel o litio.
Una vez que las pilas se llevan a las plantas de reciclaje, se someten a un proceso de trituración y refrigeración para separar el mercurio y el resto de materiales que la forman. Estos metales pueden ser reutilizados y sirven de la misma manera que un metal puro extraído de una mina, con lo que se ahorra en recursos y energía.
En nuestro país la población está cada vez más concienciada y encontramos puntos de recogida en supermercados, centros comerciales, colegios o junto a las papeleras en las calles. Pero aún hay muchas personas que no han tomando conciencia cívica y tiran las pilas en cualquier parte. Es necesaria la formación y la educación ambiental para hacer conscientes a todos los que aún no reciclan que con un pequeño gesto contribuiremos a cuidar nuestro planeta y a hacerlo más habitable para todos.